La geopolítica del liberalismo y la barbarie
Por: Felix
Caballero y Ángel Alvarez
Frente
Cultural de Izquierda
Distinto autores e intelectuales han venido
diagnosticando el debilitamiento de la
hegemonía estadounidense en el mundo. Aquel escenario mundial, presenciado en
los 90 con un único protagonista, está lejos mantenerse en la década que
transcurre. El primer foro de Oslo dejó constancia de que dicha situación es
reconocida hasta por los intelectuales más reaccionarios y chovinistas de ese
país. En ese foro, Henry Kissinger y Zbigniew Brzezinski debatieron con cuál de
las potencias, Rusia o China, Estados Unidos debería compartir el rol de súper
potencia.
Pero primero que nada, la pregunta es ¿por qué los EUA
tienen la necesidad de aliarse si ya había consolidado su unilateralismo con la
Doctrina Bush? En este año agitado, nos encontramos con diversos síntomas que
sugieren un posible quiebre de los paradigmas establecidos desde la caída del
muro de Berlín y la desaparición del bloque soviético.
Uno de esos síntomas es el fortalecimiento de las corrientes
euroescépticas, comenzando por victoria del BREXIT en junio 2016, promovido por
el ultraderechista Partido de la Independencia (UKIP). En Austria y Holanda el
balance de la ultraderecha para el 2016 también fue positivo[1].
Queda ver que pasará el 7 de mayo en las elecciones
presidenciales en Francia, donde a pesar de que François Fillon, líder de los
conservadores liberales se posiciona como el favorito, Marie Le Pen la líder
del Frente Nacional (FN) puede generar sorpresas y poner en un riesgo real el
sostenimiento de la UE.
La máxima expresión de efervescencia del conservadurismo, es
la victoria de Donald Trump, quien representa
la vuelta de medidas proteccionistas en desmedro de los Macro-Tratados
de Libre Comercio (TTIP-TPP-TISA). A su vez, una posible alianza con Rusia intenta
desarticular el eje Beijing-Moscú-Teherán,
que ha logrado bloquear la “primavera árabe”, representando un polo de poder
bastante significativo, con una fuerza de atracción que llega hasta América
Latina.
El recién electo presidente de los Estados Unidos, parece
suscribir la idea de aliarse a una segunda potencia en detrimento de una
tercera. Desde su campaña dejó clara la intención de acercarse al gigante
euroasiático, para lograr la construcción de una alianza entre ambos países y
en detrimento del soporte a la OTAN, todo esto con la intención de tensar aún
más las contradicciones con China.
La
explosión del conservadurismo más extremo puso en crisis el discurso de la
globalización y con ello a las opciones moderadas.
Las economías occidentales han entrado en una espiral
decreciente. El fortalecimiento de economías capitalistas en oriente (Rusia,
China, India Pakistán, etc.) les ha negado el acceso a mercados y a fuentes de
materias prima en la periferia. Dos datos evidencian esta decadencia: uno es el
desplazamiento en el consumo de hidrocarburos, donde el llamado primer mundo desde 2005 dejó de ser el
principal consumidor de petróleo, reemplazado por las economías emergente de
Asia; el segundo, que evidencia la declinación económica de occidente, es la
caída de la tasa de ganancia (consecuencia de la crisis económica mundial de
2007).
El proyecto neoliberal se queda huérfano en Latinoamérica, pues el desmantelamiento del MERCOSUR, con el boicot a
Venezuela en el seno de este organismo, tenía como fin priorizar el TTP; un
Alca 2.0 que incluyen países asiáticos y a integración estilo Alianza del
Pacífico. Sin embargo, el espacio ganado por Trump
amenaza la continuación del proyecto de integración neoliberal y augura el
fortalecimiento de las corrientes proteccionistas.
Así queda
este complejo panorama geopolítico, con una socialdemocracia desgastada que
coquetea con el neoliberalismo, con cada vez menos legitimidad. Mientras,
corrientes de extrema derecha toman más espacios de poder y la izquierda, aún
en reflujo, sigue manteniéndose como opción política
A pesar de todo esto, el avance de posturas conservadoras no
parece ser el fin de la globalización y el liberalismo. Los acuerdos de libre
comercio siguen siendo una vital necesidad para el funcionamiento del
capital. Ejemplo de esto son las
negociaciones entre Canadá y la UE para concretar un tratado de libre comercio,
además de una China que se posiciona como el principal promotor de estos
tratados[2].
Por lo tanto, es poco probable que las grandes corporaciones, que requieren de
los TLC, secunden la
estrategia proteccionista de Trump, pues la fuerzas y los intereses que
motorizan al capital son más grandes que éste. Próximamente, veremos quién se
logra imponer en esta pugna intestina de la derecha occidental.
[1] En Austria, el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) casi se impone en las Elecciones Generales, celebradas entre el 24 de abril y 22 de mayo, donde el candidato Norbert Hofer quedó en segundo lugar con el 41.7% en el balotaje. En Holanda se asomó el NEXIT, pues también se celebró una consulta no vinculante sobre el Acuerdo de Adhesión de Ucrania con la UE, donde ganó el NO, opción promovida por el reaccionario Partido de la Libertad (PVV).
[2] Revisar el discurso del Presidente Chino, Xi
Jinping del 17 de enero de 2017 en la Cumbre de Davos.
La geopolítica del liberalismo y la barbarie
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11:53:00 a.m.
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