Pensar la transición al socialismo
El Congreso Extraordinario del PSUV ha iniciado la discusión
sobre las Bases Programáticas para la presente etapa del
desarrollo de la Revolución Bolivariana. Este es un tema
central que supone una rica elaboración teórica. Se trata nada más y
nada menos de prefigurar la vía venezolana para la edificación
del socialismo en las condiciones del siglo XXI. Al respecto, varios
camaradas en distintos trabajos han asomado ideas para un debate que
seguramente no se agota en este Congreso, tanto por la complejidad del
tema como por la especificidad de la sociedad venezolana. Entre otros,
han expuesto elementos para el abordaje del problema: Jorge Giordani en La
transición venezolana al socialismo; Jesús Faría en Economía
Política de la Transición al Socialismo; Alí Rodríguez en Servir
al Pueblo (el desafío socialista); Antonio Aponte en Transición:
reformismo, Revolución y mercado; Sergio Sánchez y otros han
elaborado varios materiales donde se aborda el tema; Haiman El Troudi y
Jesús Faría en Propuesta de Bases Programáticas y Doctrinales,
y por supuesto, las ideas que por distintos medios ha expresado el
Cmte. Chávez.
Ordenar este debate, a nuestro juicio, pasa por esclarecer el punto
exacto al cual ha arribado la sociedad venezolana en su desarrollo
histórico -conocer en profundidad la sociedad que vamos a transformar-
(Ver: Alí Rodríguez y Alberto Muller Rojas, El Socialismo
venezolano y el partido que lo impulsará -ideas para el diálogo y el
debate-); revisar el aporte teórico que ha dejado para uso de
la humanidad el pensamiento socialista a lo largo de dos siglos y medio
de forja -ir a los clásicos; ver cuáles cuestiones han de retomarse en
las condiciones actuales y obviamente, estudiar los aciertos y errores
de la experiencia práctica de la construcción del socialismo en aquellos
países que han vivido tal proceso. Supone además, dando por un hecho
indiscutible el carácter antimperialista de la Revolución
Bolivariana, descubrir la mejor manera de cómo se combina éste con las
tareas socialistas. Todo ello partiendo de la base que el socialismo es
en todo caso una etapa de transición hacia una sociedad
superior.
En cuanto al carácter anticapitalista de nuestro proceso podemos
decir que se ha expresado en forma débil hasta ahora, en el proyecto de
estatutos que se nos ha presentado.´
Bien, al reflexionar sobre la transición, se nos cruzan de inmediato
varios interrogantes y/o dilemas, a saber:
I.- ¿Se puede avanzar al socialismo sin que antes se produzca un salto en el desarrollo de las fuerzas productivas, que permita a su vez satisfacer las necesidades materiales de toda la población?
II.- Las experiencias socialistas que han conocido tal desarrollo de las fuerzas productivas, caso de URSS en el pasado, caso de China en la actualidad, ¿han roto con la lógica del capital?
III.- ¿La instauración del socialismo es sólo el cambio de propiedad de los medios de producción?
IV.- Un dilema que ha enfrentado el pensamiento socialista de todos los tiempos: ¿es posible la supervivencia del socialismo si éste es gobierno en un solo país?
Por otra parte, pensar la transición socialista en la Venezuela
actual nos lleva a puntualizar que, sin obviar aquella sentencia
temprana de Carlos Marx en el Prólogo a la Primera Edición de El
Capital: …“Aunque una sociedad haya encontrado el rastro de la
ley natural con arreglo a la cual se mueve (…), jamás podrá saltar ni
descartar por decreto las fases naturales de su desarrollo. Podrá
únicamente acortar y mitigar los dolores del parto“ (1); tener presente
que el proceso bolivariano se desarrolla bajo circunstancias que
objetivamente le permitirán superar el etapismo. Ellas son: primera, nuestra Revolución
surge en la etapa senil del capitalismo, en momentos cuando se ha
iniciado el declive de la sociedad burguesa global; segunda, la Revolución
venezolana es la única experiencia de su naturaleza que se desarrolla en
un país con riqueza material. Ello le permite ahorrarse algunos pasos
que a otras sociedades le costó un largo período histórico y enormes
sacrificios; ejemplo de ello, al poseer Venezuela grandes reservas de
recursos estratégicos en el mundo de hoy, estos pueden permutarse
fácilmente por tecnología, maquinarias, insumos, en muchas latitudes del
mundo, dándonos una importante ventaja frente a las limitadas fuentes
de tecnología que tuvieron otros países con experiencias socialistas; tercera, varios países del
continente viven en la actualidad procesos socializantes de distinta
cualidad.
Al lado de estas circunstancias, indudablemente ventajosas para
enrumbar la transición, existe una serie de problemas que necesariamente
deben superarse para que el Socialismo en Venezuela sea una realidad
tangible. Entre otros destacan:
1.- superar el rentismo y avanzar hacia una economía productiva
2.- superar la cultura petrolera y el “modo de vida americano” tan arraigados en nuestro país
Aparece entonces otro problema a resolver: ¿sobre cuál o cuáles
fuerzas sociales descansa la construcción del socialismo en Venezuela? o
¿es acaso la transición un producto del ejercicio puro del
voluntarismo? Se precisa, por tanto, establecer cual es el sujeto
histórico del cambio, a sabiendas de que hasta ahora la Revolución
Bolivariana se ha apoyado fundamentalmente en los excluidos durante años
de dominación de un capitalismo rapaz.
Sobre este aspecto, hemos señalado en otros escritos: debemos revisar
a la luz del examen de la composición de clases de la sociedad
venezolana del presente, cuáles son los actores sociales que sobre la
base de un salto en la conciencia han de constituirse en el sujeto
histórico que profundice los cambios. Revisión que, aún cuando tenga
claro el papel fundamental de los trabajadores y trabajadoras en este
bloque de fuerzas, debe despojarse de todo dogmatismo y no desconocer
que la clase trabajadora del siglo XXI posee una amplitud distinta a la
que poseía para la etapa del capitalismo industrialista en la cual Marx y
Engels escribiesen el Manifiesto Comunista. Por lo
demás, no debemos ignorar que el capitalismo globalizado explota,
margina u ofende a casi la totalidad de los sectores sociales y ello
incide en la conformación del sujeto histórico, tal como lo señala François Houtart: “Durante mucho tiempo la izquierda lo
identificó de manera exclusiva con la clase obrera. Históricamente esto
no había sido falso y los análisis de Marx lo mostraron. Pero lo que
caracteriza en la actualidad a la hegemonía del capital no es solamente
la sumisión real del trabajo por el capital, es decir, la sumisión
dentro del proceso de producción, sino el hecho de que toda la población
del mundo (cuya gran mayoría no es asalariada) está sometida a una
sumisión formal del trabajo por el capital, es decir, a través de
procesos jurídicos y financieros. Esta es la especificidad de la
mundialización neoliberal, expresada por el Consenso de Washington y
ningún grupo humano escapa a ella.” (2)
También deben tomarse en consideración las características de la
composición morfológica de las clases sociales derivadas de la
especificidad del desarrollo del capitalismo en Venezuela; con 100 años
de economía petrolera rentista. De tal forma, al lado de los
trabajadores y trabajadoras en Venezuela, existe un conjunto de capas
sociales susceptibles de formar parte del sujeto de cambio.
Cuando estudiamos estos problemas debemos estar contestes de que
nunca será exceso contemplar algunas advertencias de los pensadores
clásicos. En una sociedad con las capas medias más numerosas de América
Latina, tendencia que se ha incrementado en estos 10 años de Revolución,
se hace necesario afinar una política hacia ese sector; teniendo
siempre presentes los señalamientos expresados en el Manifiesto
sobre el comportamiento de tales sectores frente al hecho
revolucionario. Otro aspecto que debe ser objeto de estudio es la
conformación en la Venezuela de los últimos 50 años de una lumpen
burguesía cuya mentalidad es, objetivamente, un obstáculo para la
Revolución.
Ahora bien, vistas posibilidades y dificultades de la transición, nos
tocaría revisar ¿hasta donde hemos avanzado en estos 10 años de proceso
y cuáles ideas marcan el debate de este período de transición?
En otros trabajos hemos pretendido resumir lo que la Revolución
Bolivariana ha significado hasta el presente en los siguientes términos:
“La Revolución Bolivariana irrumpe en un momento que (…) hemos
denominado “de sequía revolucionaria”; era tal vez el momento de mayor
retroceso de la Revolución mundial, y en lo particular, en la sociedad
venezolana se vivía una gran podredumbre política. El primer mérito de
este proceso fue precisamente la dignificación del hecho político; pero
la cosa no quedó allí, ella trajo aparejado el rescate de la pertinencia
de los cambios políticos, de la Revolución en el continente. Y más
recientemente, ha logrado reinstalar a escala planetaria el debate sobre
el socialismo. Esto -parafraseando al propio Chávez: no es poca cosa.
El proceso ha recorrido un camino complejo, inédito, como complejo y
atípico ha sido el desarrollo del capitalismo en la sociedad venezolana,
en el cual ha estado permanentemente enfrentada la Revolución a la
Reforma. Eso marca las distintas etapas -ya diferenciadas- por las
cuales ha transitado. Ahora está planteada la construcción de la
sociedad socialista y se hace necesario un proceso de elaboración
teórica y ejecución práctica” (3), donde por un lado la propiedad social
gane espacio frente a la propiedad privada, egoísta, y por el otro la
lucha por la hegemonía cultural conozca de un permanente ascenso de la
cultura revolucionaria.
Para una correcta aproximación al problema de la transición al
socialismo debe tomarse en consideración que en una etapa temprana el
proceso Bolivariano se planteó saldar la enorme deuda social acumulada
durante las décadas de la democracia burguesa, pero el combate contra la
exclusión social no implicó, en aquellos momentos iniciales, medidas
que en propiedad pudiésemos calificar como socialistas. Tal vez podremos
ubicar el comienzo de la transición al socialismo en el momento cuando
se pone de manifiesto por parte del líder de la Revolución y Jefe de
Estado la voluntad política de transferir parte del ingreso petrolero al
fomento de la economía social.
Transcurridos estos años se hace necesario, entonces, hacer un
balance de cómo va la construcción de la economía social. Debemos
revisar desprejuiciadamente los aciertos y errores en el fomento de esa
economía. Y ahí constatamos que al lado de experiencias exitosas,
pongamos por ejemplo el Consejo Comunal Agroalimentario NUDE “Palito
Blanco” en el Municipio Lossada del Estado Zulia, que agrupa a más de un
centenar de familias alrededor de procesos agroindustriales (cría de
cerdos, producción de embutidos, cultivos), donde a la vez de obtenerse
excelentes resultados en cuanto a la productividad, se ha avanzado en lo
referente a que ya la mayoría de las iniciativas productivas se
desarrollan como propiedad social; sin embargo, registramos que en
muchos otros espacios -particularmente aquellos núcleos, cooperativas,
comunas donde la actividad económica no se orienta a los sectores
primarios-, los resultados dejan mucho que desear, reduciéndose en
muchos casos a actividades temporales.
Ahora bien, ¿cuáles son las ideas sugeridas para adelantar la
transición? Alí Rodríguez, entendemos nosotros, plantea las cosas de la
siguiente manera: partamos de resolver el problema del agro para lo cual
nuestro país posee inmejorables condiciones: abundantes suelos
fértiles, agua, energía, comunicaciones, posibilidades de apoyo
financiero por el Estado, posibilidades para la producción de
fertilizantes químicos, entre otras.
Captamos en sus planteamientos que el desarrollo de la agricultura es
una especie de pre-requisito que generará las condiciones para
consolidar el socialismo en Venezuela. Algo así como emprender el camino
recorrido por los países del capitalismo clásico para luego emprender
las tareas socialistas. En sus propias palabras: “…un proceso
capitalista de esas características (se refiere al venezolano) ha dejado
pendientes como tareas inevitables, hablando en términos escolares,
como ‘una materia de arrastre’ que, además, tiene prelación, la cuestión
agraria y, con ésta, la cuestión del mercado interno y el desarrollo
industrial”…(4). No amplía bajo cuáles relaciones sociales de producción
se resolverá la cuestión agraria.
Por su parte, Haiman El Troudi y Jesús Faría han presentado al
Congreso del Partido una propuesta programática. Es una búsqueda que
coincide con Alí en cuanto a la necesidad de la expansión de las fuerzas
productivas. No puntualizan por dónde debe empezar ese proceso de
industrialización, dejando constancia de que en esta etapa …”el
desarrollo de las fuerzas productivas estará intoxicado por
determinantes capitalistas”…(5) Incorporan aspectos dignos de revisión
como “el mercado en el socialismo del siglo xxi”,
“la base económica comunal”, “el
comercio, los intercambios equivalentes y el consumo”,
“el eco socialismo”; siendo a la vez
ortodoxos en el tratamiento del sujeto histórico.
En varios ensayos breves, Jaime Corena, Rafael Enciso y Sergio
Sánchez hablan de iniciar el Transito al Socialismo concentrando
esfuerzos, recursos y creatividad en los eslabones estructurantes de las
redes productivas y, bajo un proceso de planificación centralizado,
desconcentrado y democrático, asignar cuotas de mercado al resto de los
sectores capitalistas, cooperativos, familiares y mixtos de la economía
(Período de economía híbrida), apalancándonos en la industria petrolera y
el petróleo para la adquisición de tecnología necesaria.
En tanto, Antonio Aponte plantea acelerar el proceso, saltar etapas
siendo categórico al afirmar: “Reafirmamos aquí la obligación de los
socialistas: en lugar de andar buscando el socialismo por los rincones,
debemos construir Zonas Socialistas. (…) La Clase Obrera sólo puede
tomar la conducción de la Revolución en la práctica con el ejemplo,
mostrando el camino, la nueva manera de vivir, de trabajar, los nuevos
objetivos sociales, sólo así podrá dibujar un nuevo horizonte,
conducirnos hacia el nuevo mundo. (…). De aquí se desprende que la
Clase Obrera debe constituirse en columna vertebral de las Zonas
Socialistas, zonas donde el Socialismo sea concreción. Allí
debe haber hegemonía de la Propiedad Social de los Medios de Producción
Administrados por el Estado Nacional, entrelazados con la Conciencia del
Deber Social” (6)
Ese es el debate. Debemos afinar la conceptualización, porque con
frecuencia en muchas consignas, opiniones, artículos, cualquier cambio,
reforma, etc, es calificada de socialista. Ser cuidadosos. El estatismo
no necesariamente conduce al socialismo. Algunas construcciones de
naturaleza asistencialistas, tal vez necesarias para este momento y para
las condiciones nuestras, que nos permiten palear la exclusión, no
significa que son medidas socialistas. En este debate resurgirá con
fuerza la polémica entre Reforma y Revolución y tengamos en cuenta que:
“en realidad, la pugna entre posiciones revolucionarias y propuestas
reformistas siempre ha estado presente en medio del proceso bolivariano,
fenómeno poco advertido en tanto sucumbe frente al tremendo liderazgo
del Comandante Chávez“(7) y él finalmente ha empujado las cosas hacia la
profundización revolucionaria creciente.
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Citas:
(1) Carlos Marx, El Capital, Tomo I, p. xv.
(2) Francois Houtart en Prólogo a Isabel Rauber, América
Latina: Poder y Socialismo en el Siglo XXI, p.12.
(3) Amílcar Jesús Figueroa Salazar, “El imperialismo
será cada vez mas violento” entrevista en la
página web de Ocean Sur
(4) Alí Rodríguez Araque, Servir al Pueblo, p.37.
(5) Haiman El Troudi y Jesús Faría, Propuesta de bases
programáticas y doctrinales, p.18.
(6) Antonio Aponte, Transición: reformismo, Revolución y comercio,
en VEA (18/03/2010) pp. 20-21.
(7) Amílcar Jesús Figueroa Salazar, ¿Reforma o Revolución en
América Latina? El proceso venezolano,
p.8.
Pensar la transición al socialismo
Reviewed by RG
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